Cinco atardeceres marinos para inspirarse (II)


En el incesante ir y venir, eterno, permanente, absoluto y poderoso, el mar sigue recibiendo en su horizonte esa caldera distante y vital que se despide solo por unas horas sembrando en nuestras retinas un despliegue cromático infinito… Solo queda el mar con su playa, sus palmeras, sus rocas su arena, algunos amantes y muchos solitarios soñadores que creen encontrar respuestas o inspiración…o tal vez, ambas. Si andas en su búsqueda, estos son destinos para tomar en cuenta.
Phuket es la isla más grande de Tailandia y se encuentra en el sur del país. Con playas para seleccionar  nos decantamos por la gran “Ao Kata Yai” que,aunque no garantiza sosiego por la cercanía urbanística, tiene la magia y atmosfera en el atardecer que invita a meditar

De suave oleaje y brillantes verdes coralinos la playa de Prospect cada día está menos sola. Bañada por el Mar Caribe, cada atardecer difumina increíbles tonos en el salitre que en forma de tímido rocio se posa sobre la piel y alivia las inclemencias solares del día que ya se va.

Kochi es el nombre de una ciudad en el estado indio de Kerala.Por sus aguas, navegaron desde hace mas de 500 años comerciantes de especias europeos, chinos y árabes. Más que bañarse en ellas, las cálidas arenas de sus playas son la mejor platea para mirar como los cielos se metamorfosean y convierten los agonizantes rayos solares en dagas que dan tonos dorados a las aguas donde ya descansan naves de pescadores.

¿Que decir de una de las islas del llamado Olimpo playero del Planeta Tierra, el hogar de las mas hermosas playas del mundo, el condado de Maui en Hawai?. De fuertes corrientes y oleaje, poblada por rocas, sembradas en arena gruesa, solo sus hermosos atardeceres hacen más que valiosa la larga travesía de navegar casi hasta el medio del Océano Pacifico.

Cuesta creer que en la progresista y superpoblada Malasia podamos encontrar una extensa playa semi poblada conocida como Sandakan, en el extremo este de su territorio . Sus aguas sosegadas e islotes selváticos propician playas privadas para dejarse llevar por dorados atardeceres y dejar volar las pasiones de la piel.

Cada playa es un cofre abierto que recibe sueños e ilusiones,  es un refugio de hambres y de olvidos y paleta donde Dios toma sus colores para impresionar la retina de los hombres y les hace ver su inmenso poder creador de belleza

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